El increíble continente de la antártida , un paraíso científico
La Antártida, de promedio, es el continente más frío, seco y ventoso, y tiene la altitud media más alta de todos los continentes.[4] La Antártida es un desierto de hielo, con precipitaciones anuales de solo 200 mm en la zona costera y mucho menos tierra adentro.[5] La temperatura en la Antártida ha alcanzado los -89,2 °C, aunque la media del tercer trimestre (la parte más fría del año) es de -63 °C. Hacia 2016, había alrededor de 135 residentes permanentes, pero en las estaciones de investigación dispersas en todo el continente residen entre 1000 y 5000 personas durante todo el año. Los organismos nativos de la Antártida incluyen muchos tipos de algas, bacterias, hongos, plantas, protistas, y ciertos animales, tales como ácaros, nematodos, pingüinos, pinnípedos y tardígrados. El tipo de vegetación que se presenta en algunas zonas reducidas es la tundra.
A pesar de los mitos y las especulaciones sobre la Terra Australis Ignota («la tierra desconocida del sur») que se remontan a la antigüedad, la Antártida fue la última región de la Tierra en ser descubierta y/o colonizada por los humanos, siendo avistada por primera vez en el verano austral de 1603 por el navegante español Gabriel de Castilla. Posteriormente, en 1820, fue avistada por los exploradores rusos Fabian Gottlieb von Bellingshausen y Mijaíl Lázarev en el Vostok y Mirni, que descubrieron la barrera de hielo Fimbul. El continente, sin embargo, permaneció inexplorado casi todo el siglo xix debido a su ambiente hostil y al aislamiento. En 1895, el primer desembarco confirmado fue dirigido por un grupo noruego.
La Antártida es de facto un condominio, que se rige por el Tratado Antártico que tiene estatus de consultoría. Doce países firmaron el Tratado Antártico en 1959 y treinta y ocho lo han firmado desde entonces. El tratado prohíbe las actividades militares y la extracción de minerales, prohíbe las explosiones nucleares y la eliminación de residuos nucleares, apoya la investigación científica, y protege la ecozona en el continente. Se encuentran en curso experimentos conducidos por más de 4000 científicos de varias naciones.La Antártica es el único continente que no se divide en fronteras ni existen guerras. Sin embargo, en este lugar se está liderando una de las batallas científicas más complejas de nuestro siglo: comprender el impacto del calentamiento global.Mediante un proyecto del Instituto Antártico Chileno (Inach), liderado por el Dr. Gustavo Zúñiga y un grupo de investigadores de la Universidad de Chile, se realizan hace seis años mediciones en musgos presentes en el Glaciar Collins en la Antártica, con el fin de analizar el impacto del calentamiento global en estas poblaciones e identificar mecanismos de tolerancia a los cambios ambientales.Esto se une a las indagatorias que sobre este tema están realizando varios equipos de diversas instituciones internacionales y nacionales, los que trabajan para analizar los efectos que está dejando el aumento de las temperaturas en el continente helado.En la Base Profesor Julio Escudero, se lleva a cabo la investigación “Respuestas metabolómicas de los musgos antárticos Sanionia uncinata y Polytrichastrum alpinum al calentamiento global”, financiado por el Fondecyt y el Inach.
La investigación contempla la recolección de muestras y de mediciones de variables ambientales en el Glaciar Collins y la península Ardley.“Con este proyecto pretendemos evaluar el efecto del calentamiento que está ocurriendo en la Antártica en especies vegetales, específicamente musgos, pues éstos son organismos, si bien primitivos, que tienen características de respuesta rápida a las condiciones ambiéntales. Llevamos evaluando seis años los efectos del calentamiento global y los resultados que tenemos muestran que estas especies son bastante plásticas, ya que tienen la capacidad para responder positivamente al aumento de temperatura”, explica el Dr. Gustavo Zúñiga.Durante la investigación se ha medido el nivel de la superficie del musgo, con temperaturas cercanas a los 30 grados y en experimentos de laboratorio se ha determinado que la temperatura letal para esta especie seríaa sobre 50 grados.
“Las proyecciones de este resultado significaría que, aún cuando la Antártica aumente mucho más las temperaturas, éstas especies van a ser capaces de responder positivamente y probablemente podría convertirse en un continente verde de nuevo. Es claro que el hielo se está derritiendo en algunos sitios especialmente en la isla Rey Jorge y probablemente esto va a permitir que estas especies colonicen el ecosistema y se puedan desarrollar sin problemas”, asegura Zúñiga.Hay que considerar que la Península Antártica ha sido una de las zonas más afectadas por el calentamiento global, el que afecta a todo el planeta.Los estudios respecto la respuesta a nivel molecular a este fenómeno y las investigaciones que se correlacionan son aún recientes a nivel nacional.
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